La semana pasada estuve
en FICOD (Foro Internacional de Contenidos Digitales), que se celebró en
Madrid. El jueves y el viernes asistí a algunos talleres, seminarios y
presentaciones, y la verdad es que en muchos momentos tuve una sensación de
estar reviviendo algo ya vivido.
Había bastante gente en
casi todos los talleres, esa es la verdad, especialmente gente joven, bastante
joven y podría decir que todos o casi todos equipados con sus móviles de última
generación, sus tabletas y sus diversos aparatos de última tecnología. Me
sorprendió mucho ver a muchas de las personas que estaban en los talleres y
charlas, verlos metidos en las pantallas de sus aparatos twiteando o navegando mientras
el ponente daba su charla. A decir verdad no sé si se estaban enterando de lo
que el ponente decía porque por la cara que tenían, diría que estaban
totalmente concentrados en sus aparatos.
Como decía, por el tipo
de personas que allí había, por el tipo de charlas que se pronunciaban en las
diversas charlas, y por el contenido de las mismas, al menos aquellas a las que
pude asistir, me invadía ese sentimiento de decirme: “esto ya lo he vivido yo
antes”.
¿Cuándo? Muy fácil, el
tema y el ambiente me recordó al mismo ambiente y parecidos temas que se vivían
y se hablaban hace unos 12 o 13 años, en aquella época gloriosa de las empresas
“puntocom” en la que parecía que el mundo real, el mundo tangible al que
estábamos acostumbrados, tenía sus días contados.
Yo que no soy nuevo en
esto de las tecnologías, ni lo era tampoco en aquellos años ya que comencé a
introducirme en internet allá por el año 95, cuando eso de la red aquí en
España eran unos cuantas personas a las que muy pocos hacían caso, aquellos
tiempos en los que los emails que pululaban por internet se podían contar con
los dedos de la mano, tuve la misma sensación que en los días de las “puntocom”.
Esa sensación de pensar que la gente se estaba volviendo un poco loca con las
novedades, y que se está inflando una burbuja que, tarde o temprano, pinchará
para reducirse a sus justos términos. Ni más ni menos que lo que ocurrió
entonces con internet, con las webs, con los portales y con todo lo que se
movía alrededor de ello.
Efectivamente en el
tiempo de las puntocom hubo un momento en que parecía que la economía real y
tangible, las empresas tangibles y visibles y el mundo de los seres humanos y
de la calle, iba a dejar paso a un mundo virtual en el que todo se iba a
desarrollar en la red. Ya vimos todos los que pasó después. En aquél tiempo
había también mucha gente joven pregonando que el futuro ya había llegado, que
el que no se moviera en la red estaba muerto, y que había que dejar paso a esa
gente que manejaba los ordenadores, diseñaba en flash y proclamaba que si no se
estaba en internet no se era nadie, y hubo un enorme movimiento de nuevas
empresas, de nuevos puestos de trabajo, de nuevas ocupaciones que, de la mano
de la gente de las empresas que no sabían mucho del tema, se hicieron con
muchos huecos en el mundo empresarial y económico, con unos sueldos
desproporcionados y unas expectativas sobredimensionadas.
Y ahora, después de que
aquello pinchó y dejó un mar de personas jóvenes frustradas al tener que buscar
otros trabajos en los que ganaban la décima parte que antes, volvemos de nuevo
a sobredimensionar a mi juicio el mismo tema, sólo que esta vez de la mano de
las redes sociales, los smartphones, las tabletas y un largo etcétera,
difundiendo la idea de que la comunicación, el comercio, la publicidad, las
transacciones y algunas cosas más se producirán dentro de poco, a través de los
móviles y las tabletas.
Sinceramente vuelvo a
tener mis dudas tal y como las tuve en la ocasión anterior.
Estamos de acuerdo en que
ya hay millones de smartphones en manos de usuarios y que cada día se venden
más. También se venden miles de tabletas y de diversos aparatos que nos
conectan a la red. Ante esto no cabe poner duda ni pega. La gente navega mucho
por internet, las redes sociales crecen y crecen, se multiplican las “apps”
creadas para casi todas las cosas imaginables, la gente se comunica cada vez
más, y todo ello parece indicar que el mundo vuelve a decantarse por la
virtualidad. Por ello las empresas se apresuran a tener sus sitios en internet,
sus community managers, sus expertos en SEO y SEM, sus perfiles en redes, etc,
pensando que ahí está el mercado y el futuro.
Pero yo continúo preguntándome:
¿estamos seguros de que la comunicación por este medio y en estos soportes es
efectiva?, ¿sabemos a ciencia cierta que las redes sociales sirven para vender
nuestros productos?, ¿estamos seguros de que los impactos publicitarios en
móviles, tabletas, etc son de verdad impactos?, ¿podemos afirmar sin temor a
equivocarnos que el dinero y los medios empleados e invertidos tienen su
retorno en forma de ventas?.
Yo sinceramente y
respetando estos nuevos medios y soportes de llegar a los consumidores, tengo
muchas dudas de que, exceptuando ciertos productos como viajes, libros, música,
cine y alguno más, el resto de productos vayan a tener una cifra de negocio muy
alta a través del mundo virtual. Igual me equivoco esta vez, el tiempo lo dirá.