Aprender, aprender esa es la mayor satisfacción que uno puede tener en ésta vida, lástima que ahora los gobernantes parecen empeñados en ponerlo más difícil con los recortes en educación, los incrementos de las tasas universitarias, la mayor dificultad para el acceso a becas y algunas otras cosas más. Parece que el nivel de excelencia que tanto pregonan no se basa en que todos tengan la posibilidad de acceder a más y mejor educación, sino en que los que más tienen vayan estableciendo sus diferencias desde temprana edad.
Una pena y una lástima porque las desigualdades sociales y las desigualdades en el acceso al futuro de todo ser humano siempre terminan creando muchos problemas a la sociedad, y en no pocas ocasiones, problemas que terminan de forma violenta. Esperemos no llegar nunca a esos extremos, pero están lindando ya los límites de la paciencia y buena voluntad de muchos.
Pero bueno, yo de lo que quería hablar era de marketing, y en particular de esas nuevas concepciones de marketing que últimamente estamos aprendiendo de los políticos. Yo no sé por qué pero últimamente se han vuelto todos muy creativos e imaginativos, tanto en su forma de hablar con ese lenguaje que no entienden ni ellos mismos, como en sus acciones y declaraciones.
Entre los más creativos yo creo que podemos destacar a Esperanza Aguirre, mujer en mi opinión sin fondo, y capaz de decir y hacer cualquier cosa que se le ponga por delante, sin el menor rubor ni vergüenza.
Pues bien yo creo que nuestra amiga es una experta en el "marketing de distracción", vieja técnica de venta de antiguos mercaderes, curanderos y otras artes del engaño, consistente en darte una "pesetilla" con la mano derecha por delante al mismo tiempo que con la izquierda y por detrás te están limpiando el "duro" que llevas en el bolsillo. Dicho de otro modo, vocear alguna cosa alto y fuerte y que implique una atención y discusión por parte de la audiencia, para tapar alguna otra cosa que podría perjudicar sus intereses.
Nos lo viene demostrando de vez en cuando y la última demostración es airear las potenciales pitadas que se pueden producir en el partido de final de la Copa del Rey hacia la bandera, el himno o quién asista de la familia real, para que nos olvidemos todos del déficit duplicado de Madrid, de la huelga de educación, de los sangrantes recortes y de la venta de Telemadrid a algún amiguete y fiel seguidor.
Toda una experta la señora Aguirre en el marketing de distracción, y seguimos tragando.
martes, 22 de mayo de 2012
martes, 15 de mayo de 2012
Evolucionando el marketing
El marketing, la
comunicación, las actividades comerciales, la publicidad y en definitiva todas
aquellas ciencias y disciplinas que se dedican a trabajar y estudiar el
intercambio de bienes y servicios, la compra y venta de artículos materiales e
inmateriales, las transacciones en definitiva, han ido evolucionando a lo largo
de los tiempos en sus formas, en sus lugares, en sus métodos y en sus
finalidades.
Desde tiempos
inmemoriales en los que en plazas y mercadillos el arte de vender era sobre
todo y en primer lugar, el arte de engañar a alguien para que pagara un precio,
por lo general excesivo, por artículos que en muchas ocasiones no valían para
cumplir la función a la que estaban destinados, habíamos ido evolucionando hasta
los tiempos actuales y modernos en los que parecían primar asuntos tales como
productos adaptados a las demandas del mercado, fidelidad y grado de
satisfacción del cliente, acercamiento entre fabricante, distribuidor y
comprador/consumidor final, establecimiento de precios justos, comunicación
basada en las bondades y certezas de los productos, etc, etc. Y la verdad es
que la cosa iba bastante bien, el cliente finalmente se había convertido en el
rey del mercado, en la opinión que era necesario conocer y en la sensibilidad
que era necesario tener satisfecha y fiel.
Pero a esta evolución
siempre ha habido algo que se ha escapado como una anguila entre los dedos, y
que no se sabe muy bien por qué, sigue con los modos y formas primitivos de
engañar, engatusar, conseguir sus propósitos, es decir la venta de su producto,
e inmediatamente olvidarse de una forma absoluta y total de aquellos que les
han comprado. ¿Y qué es este algo?, pues lo de siempre, la política, los
señores políticos profesionales y los banqueros y amiguetes sobrevenidos, en
definitiva el poder que, hagamos lo que hagamos los ciudadanos de a pié,
siempre consigue sus propósitos a costa nuestra. Y no se vuelven a acordar de
nosotros ni un solo minuto, hasta la siguiente vez en que necesitan de nuestros
votos y de nuestro apoyo, y nosotros, cada día más borregos, volvemos a caer.
Además y desde las
últimas elecciones, hemos ido aprendiendo que las cosas ya no son como
creíamos, y que unos nuevos conceptos se abren paso en el mundo y en la política.
Atentos expertos en marketing y comunicación, que nos están quitando el sitio.
Seguidamente señalo algunos de los nuevos e interesantes conceptos, salidos
todos ellos de los laboratorios de I+D+i de los partidos y del gobierno, y
profusamente aireados por sus dirigentes y militantes.
Comunicación Inversa: Llamase a la “no comunicación” planificada para
que fluyan rumores, comentarios y suposiciones, los cuales una vez analizados y
mezclados convenientemente, dan lugar a los mensajes ininteligibles con los que
tan generosamente nos regalan los oídos.
Producto aleatorio: Llamase al producto que nos venden (programa
electoral), que como bien se sabe puede ser esto, lo otro o lo de más allá, ser
cierto o no, o decir una cosa y la contraria dependiendo.
Venta indeterminada: La que nos realizan y que como se comprueba, es
algo así como un no sé qué, que no acaba de ser ni acaba de no ser, y que nunca
se sabe a qué nos va a conducir.
Resignación del cliente: Pues eso, que te guste o no te guste, te lo comes
con patatas.
Reclamación a
otros: Dado que si las
cosas que se hacen son contrarias a lo que decían, no es por su culpa, sino por
la culpa de otros que dejaron todo muy mal y no se puede hacer otra cosa, y las
culpas siempre por elevación a alguien que no sea de los propios.
Y como colofón y por si
quedaban dudas, el mensaje final: si no está satisfecho, es lo que hay.
Realmente un marketing
impecable.
martes, 8 de mayo de 2012
Marketing político: la insatisfacción del cliente
La verdad es que una y otra vez no dejo de asombrarme del comportamiento de la gente dependiendo de a qué cosas se enfrente o con qué cosas se encuentre.
Vamos a partir de la base de que en esta vida hay siempre alguien que vende y alguien que compra, esto es el mercado puro y duro. Este mercado está en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida, desde el más material del consumo diario de bienes y servicios, hasta el más íntimo y personal de las relaciones humanas, profesionales, personales e incluso afectivas. Hemos de reconocer que en los trabajos todos nos estamos vendiendo continuamente y procurando que nos compren, en el aspecto personal ocurre igual con las amistades, nos vendemos y nos compran, e incluso finalmente en las relaciones afectivas, cuando queremos establecer una relación con alguien, lo primero que hacemos es intentar vender nuestras virtudes de igual forma que la otra persona nos vende las suyas. Esto es así por mucho que parezca frío, pero es la realidad. Otra cosa es que en estas digamos transacciones no exista un precio en dinero a pagar, aunque el valor y el precio de una relación siempre existen y siempre los pagamos de otra manera.
Pero sinceramente, ¿quién no se ha vendido para conquistar o ligarse a alguien?, ¿quién no se ha vendido para obtener un trabajo?, o ¿quién no se ha vendido para ser amigo de alguien?. Yo creo que nadie.
Pues bien, en todos y cada uno de estos asuntos se supone que si todo va bien y lo que "hemos comprado" satisface nuestras expectativas, existe un alto grado de satisfacción posterior como clientes que somos y como alegría interna por la elección realizada. Nos dan lo que queríamos y pensábamos, pagamos o compensamos de alguna forma la compra, y todos contentos. Ahora si por el contrario nos meten "gato por liebre", se nos despierta inmediatamente esa vena de protesta, y somos capaces de organizar líos de consideración en defensa de nuestros intereses y de nuestra posición de comprador. Y esto ocurre con todo.
Si pagamos por un Ferrari y lo que nos dan es un Panda, nuestro cabreo es monumental, si pagamos por restaurante 5 tenedores y nos dan pan duro sobre mantel de cuadros no digamos como nos ponemos. Si nos contratan para un trabajo maravilloso y luego resulta que consiste en llevar el botijo de un lado a otro, nos deprimimos, y finalmente si ligamos a una mujer/hombre deslumbrante y luego resulta que no llegó al reparto de neuronas, huimos como alma que lleva el diablo.
Pues bien yo me pregunto, ¿por qué esto no funciona así en la política?, ¿por qué nos engañan como a chinos y seguimos tan campantes como si no pasara nada?, ¿por qué hay millones de personas que creen a los que mienten como bellacos y no hay forma de convencerles de que les están mintiendo?.
Está claro de que existe en la actualidad un enorme, por no decir total, grado de insatisfacción de todos nosotros clientes, con lo que nos venden los políticos y con los políticos mismos. ¿Por qué pues seguimos una y otra vez cerrando los ojos y dejando que nos tomen el pelo por los siglos de los siglos?
Vamos a partir de la base de que en esta vida hay siempre alguien que vende y alguien que compra, esto es el mercado puro y duro. Este mercado está en todos y cada uno de los aspectos de nuestra vida, desde el más material del consumo diario de bienes y servicios, hasta el más íntimo y personal de las relaciones humanas, profesionales, personales e incluso afectivas. Hemos de reconocer que en los trabajos todos nos estamos vendiendo continuamente y procurando que nos compren, en el aspecto personal ocurre igual con las amistades, nos vendemos y nos compran, e incluso finalmente en las relaciones afectivas, cuando queremos establecer una relación con alguien, lo primero que hacemos es intentar vender nuestras virtudes de igual forma que la otra persona nos vende las suyas. Esto es así por mucho que parezca frío, pero es la realidad. Otra cosa es que en estas digamos transacciones no exista un precio en dinero a pagar, aunque el valor y el precio de una relación siempre existen y siempre los pagamos de otra manera.
Pero sinceramente, ¿quién no se ha vendido para conquistar o ligarse a alguien?, ¿quién no se ha vendido para obtener un trabajo?, o ¿quién no se ha vendido para ser amigo de alguien?. Yo creo que nadie.
Pues bien, en todos y cada uno de estos asuntos se supone que si todo va bien y lo que "hemos comprado" satisface nuestras expectativas, existe un alto grado de satisfacción posterior como clientes que somos y como alegría interna por la elección realizada. Nos dan lo que queríamos y pensábamos, pagamos o compensamos de alguna forma la compra, y todos contentos. Ahora si por el contrario nos meten "gato por liebre", se nos despierta inmediatamente esa vena de protesta, y somos capaces de organizar líos de consideración en defensa de nuestros intereses y de nuestra posición de comprador. Y esto ocurre con todo.
Si pagamos por un Ferrari y lo que nos dan es un Panda, nuestro cabreo es monumental, si pagamos por restaurante 5 tenedores y nos dan pan duro sobre mantel de cuadros no digamos como nos ponemos. Si nos contratan para un trabajo maravilloso y luego resulta que consiste en llevar el botijo de un lado a otro, nos deprimimos, y finalmente si ligamos a una mujer/hombre deslumbrante y luego resulta que no llegó al reparto de neuronas, huimos como alma que lleva el diablo.
Pues bien yo me pregunto, ¿por qué esto no funciona así en la política?, ¿por qué nos engañan como a chinos y seguimos tan campantes como si no pasara nada?, ¿por qué hay millones de personas que creen a los que mienten como bellacos y no hay forma de convencerles de que les están mintiendo?.
Está claro de que existe en la actualidad un enorme, por no decir total, grado de insatisfacción de todos nosotros clientes, con lo que nos venden los políticos y con los políticos mismos. ¿Por qué pues seguimos una y otra vez cerrando los ojos y dejando que nos tomen el pelo por los siglos de los siglos?
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