La verdad es que cada día uno se da más cuenta de que en lo
que se refiere al ser humano, por muchos estudios de mercado, muchas
investigaciones, muchas encuestas de opinión y muchos análisis comparativos que
se hagan, no hay absolutamente nadie que pueda predecir con un nivel aceptable
de seguridad cuáles van a ser los comportamientos de las personas en el futuro,
y no ya en futuros lejanos, sino en futuros de horas y minutos.
El último y sonoro revés que se han llevado todos los
institutos y empresas de investigación, han sido las pasadas elecciones de
Asturias y Andalucía. Lo que todo el mundo daba por sentado y seguro, todas las
encuestas confirmaban y ratificaban, y todos los medios de comunicación publicaban
y difundían, con más o menos entusiasmo dependiendo de las tendencias de cada
uno, se lo ha pasado la población por el arco del triunfo, y les han dado a
todos una buena colleja por listos.
La tantas veces anunciada mayoría absoluta que obtendría el
partido popular, con una ventaja a priori sobre el partido socialista de más de
10 puntos, se ha quedado en una victoria simple con un margen de separación de
alrededor de 1 punto. Y en Asturias, lugar en el que el señor Cascos se las
prometía muy felices pensando que iba a arrasar, los asturianos le han dado un
buen pescozón por su arrogancia y su ineptitud por ser incapaz de sacar adelante
un gobierno teniendo 16 escaños y que a poca voluntad de buen político y
negociador que hubiera tenido, habría conseguido apoyos sin problemas para
gobernar, pero en lugar de ello, con chulería y prepotencia, convoca nuevas
elecciones “porque sólo quería mandar él”, sin negociar con nadie y sin pactar
con nadie. Pues toma colleja amigo, ahora estás peor que antes y espérate
porque igual ni puedes gobernar tú. Toda una lección que deberías aprender,
aunque si hasta ahora y a lo largo de toda tu carrera política no has aprendido
ya, es prácticamente imposible que lo hagas ahora.
Por lo que se refiere a la enorme variación entre las
previsiones y lo realmente sucedido, llevamos ya horas y horas escuchando a
sesudos analistas, políticos, periodistas, tertulianos y demás gurús de estas
cosas, intentando dar cada uno “su explicación” sobre lo sucedido, basándose en
teorías diversas, en causas muchas veces absurdas, y hasta en algunos casos
insultando a aquellos ciudadanos que libremente han elegido lo que les ha dado
la gana. Han llegado algunos hasta a afirmar que en Andalucía ha pasado lo que
ha pasado porque son unos analfabetos y unos vagos. Quienes han afirmado tal
cosa no demuestran otra cosa que un gran desequilibrio mental y enfermizo, que
les incapacita para tener siquiera opinión.
Pero oyendo a todos, en lo que nadie repara y parece que
nadie da importancia, es que la actitud y la elección que se hace en unos
comicios es básica y fundamentalmente una actitud emocional, que se puede ver
más o menos influida por el raciocinio en determinadas circunstancias, pero
fundamentalmente emocional, y como toda acción emocional es casi siempre
imprevisible. La gente puede decir que va a votar una cosa un día antes, una
semana antes o incluso una hora antes, pero cuando llega a votar y debe coger
su papeleta, a no ser que sea “hooligan” de algún partido de esos que no
piensan, lo normal es que el componente emocional crezca. Así, esta emoción
puede servir lo mismo para castigar a uno que nos ha decepcionado, como para
premiar a otro que nos ha convencido, pero cuando ocurre como en la actualidad
en la que ninguno convence, todos decepcionan y todos mienten, ¿qué es lo que
queda?, pues ni más ni menos que los adictos y hooligans por un lado, y el resto
de los ciudadanos con sus emociones y sus elecciones imprevisibles por otro. A
ver si alguien es capaz de tomar nota de ello.
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