Estamos en un país plagado de comunicadores o al menos eso
se deduce de la enorme cantidad de personas que se dedican de una forma u otra
a ello. En los medios escritos, en los audiovisuales, en las redes sociales, en
las tertulias, en las agencias, por donde quiera que se mire proliferan los
hombres y mujeres que hablan, escriben y opinan. Parece que por el número de
personas que están en ello, deberíamos nadar en la abundancia de la
comunicación, pero la realidad, manifestada y demostrada con insistencia día
tras día, es que en realidad no hay comunicación, o mejor dicho si la hay pero
en realidad no es comunicación, es otra cosa que no sé cómo llamar, pero
comunicación desde luego no.
Y curiosamente todos o casi todos los que se dedican a la
comunicación son los mismos que la producen pero que a la vez la critican. En
los últimos tiempos venimos escuchando que todos dicen que la comunicación falla.
Dicen que falló cuando gobernaba Felipe González, que falló cuando lo hizo
Aznar, que siguió fallando con Zapatero y por supuesto con Rajoy no podía ser
menos y vuelve a fallar. Para poner la puntilla, también nos ha fallado la
comunicación en el tema de la Casa Real y todas las extrañas circunstancias en
las que últimamente se ha visto envuelta. En todos y cada uno de los casos,
supuestamente han existido equipos de grandes comunicadores encargados de
llevar hasta la población las cosas que unos y otros hacen, y en todos los
casos han fallado. Lo más grave es que todos dicen que fallan pero nadie se
pregunta nunca el por qué. La frase más habitual de escuchar es: “está fallando
la comunicación”, pero ahí se quedan todos.
Puestos a analizar el por qué de los fallos de comunicación,
no estaría de más hacerse unas cuantas preguntas y obtener las respuestas
adecuadas, como por ejemplo:
- ¿Se quiere realmente comunicar algo?
- ¿Quién decide lo que se quiere comunicar?
- ¿Quiénes son los responsables de que se realice la comunicación?
- ¿Quién realiza la comunicación?
- ¿Por qué, para qué, dónde y cómo se realiza la comunicación?
En la mayoría, por no decir en la totalidad de los casos,
los encargados y responsables de la comunicación son periodistas, y sin tener ni
mucho menos nada en contra, diría que los periodistas son profesionales
acostumbrados a un tipo de comunicación que es la unidireccional, es decir un
emisor que manda un mensaje y que supuestamente lo recibe un receptor. Aquí se
acaba el tema. Y esto siempre en el supuesto de que el profesional del
periodismo sea el responsable de la comunicación y no tenga condicionantes ni
sesgos para realizarla.
Pues bien, yo pienso que ahí es donde está el fallo, en
pensar que la comunicación es un asunto unidireccional y punto. Nada más lejos de la realidad.
La comunicación es siempre, siempre, un asunto bidireccional,
un emisor que tras lanzar su mensaje, debe convertirse de inmediato en receptor
del feedback que le va a proporcionar el receptor que, una vez recibido el
primer mensaje, se convierte automáticamente en emisor.
Por tanto mientras los comunicadores piensen que lo que
ellos emiten es lo mismo que los demás reciben (ya sabemos la distorsión que se
produce en los mensajes desde el emisor al receptor), y no se preocupen en
absoluto de recibir el feedback de los receptores para a través de él, ir
modulando y adecuando los mensajes posteriores, la comunicación en general
seguirá fallando, ahora, antes y siempre. Y esto no se circunscribe solamente
al ámbito publicitario, es algo fundamental en cualquier aspecto de la
comunicación, ya sea informativa, institucional, empresarial o cualquier otra
que imaginemos.
Por tanto y como conclusión, hay que querer comunicar, hay
que hacerlo de la forma y con los medios adecuados, y sobre todo hay que estar
siempre dispuesto a recibir el retorno de la comunicación que emitimos para
tratar de mejorar las posteriores.
No son cosas que sea necesario irse a estudiar a Harward, es
simplemente sentido común.
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